A un día

Al momento de escribir esta entrada su querido escritor está exactam

ente a 24 horas de partir. Los minutos ahora pasarán lentamente, la lista de pendientes se duplicará o triplicará sin razón, motivo u origen aparente, el dinero se irá al hacer los últimos gastos previos y el sueño desaparecerá de manera proporcional al tiempo restante. A un día de mi viaje todo pinta bien: ya tenemos de-par-ta-men-to queridos "blog-seguidores". También tenemos pase de trenes, boletos de avión, maletas listas (aún no) y dinero en las cuentas de banco. Llevo una playera blanca con un letrero, en negro, que dice "save miguel" (aquél lector perspicaz ya habrá soltado una bonita carcajada). Llevo, además, dos pantalones, ropa interior, ropa térmica, calentadores, más playeras, una toalla, artículos de baño, mis libros, mis películas, mi computadora, 10 pequeñas latas de chiles chilpotle, una botella de mezcal, mi cámara, mis cargadores y cables, mi pasaporte, mi IFE, mi ISIC (international student identity card), mi tarjeta de crédito y la de débito, mi chamarra y mis bufandas...

En estos momentos estoy a 23 horas 55 minutos. Repito: los minutos pasarán lentamente.

Terminaré mis cosas, iré a la oficina con mi padre, iré a Starbucks, al doctor y al inglés con mi novia; regresaré a casa, pasare sin dormir las últimas horas, me bañaré a eso de las 4 de la mañana, le daré una última repasada a mi lista de viaje, iré al aeropuerto con mis padres, registraré mi equipaje, desayunare, me despediré de mi país y me iré.

Ló(gi)co!

He de confesarles, queridos blog-lectores, que le tengo miedo a los aviones. Pero ya tengo la solución: ¡diazepám! (¡Ja!) Pronto estaré en el país del punto rojo y fondo blanco en la bandera...

Y si les contará la larga cadena de casualidades que se han venido dando en los últimos días...